¿Por qué viajamos?

¿Por qué viajamos? ¿Por qué gastamos nuestros ahorros en ir a lugares totalmente diferentes de lo que estamos acostumbrados? ¿Por qué vamos a lugares donde no entendemos el idioma? ¿Por qué nos interesa la historia de un lugar ajeno a nosotros? ¿Por qué nos divierte probar nuevos sabores?

Pueden parecer preguntas absurdas para algunos, o no tan lógicas para otros. Quizás alguien no ve la necesidad de salir de las comodidades de su casa por varios días, a menos que esto implique meterse en un hotel «todo incluído». Cabe aclarar que no estoy en contra de la gente que disfruta SOLO de este tipo de escapadas. Yo me declaro culpable de haberme encerrado varias veces en algún Resort… y está muy bien (si te gusta). Sin embargo, en este post no me refiero a ese tipo de viajes… Para mi, salir de las comodidades y rutina de un sitio, para las comodidades y rutina de otro sitio no es un viaje… son meras vacaciones.

Entonces, ¿Por qué viajamos?

1. Viajamos para conocer el mundo

Conocer gente de otras culturas te enseña a que la forma en que has visto la vida, no es la forma en que todos los demás la ven. Ver el mundo con nuestros propios ojos y darnos cuenta de estas diferencias nos da una mejor visión sobre la realidad, nos hace críticos y nos proporciona un tipo de educación que es absolutamente imposible obtener en la escuela.

Además de lo que se puede aprender visitando el mundo, verlo y sentirlo también te emociona. Las personas necesitamos emocionarnos para sentirnos vivos. Probar y ver cosas nuevas nos da una sensación de euforia, una sensación de aventura… Navegar en las Cataratas del Niágara, sumergirte en un cenote en la Riviera Maya, perderte en los callejones de Venecia, regatearle a los turcos en el Gran Bazar de Estambul, o dormir bajo las estrellas en el desierto del Sahara, son definitivamente experiencias emocionantes y que te dan esa satisfacción… y seamos sinceros, siempre te sobrarán historias para contar. Incluso cuando las historias parecen insignificantes, la nostalgia y la distancia crean ese recuerdo que hace que cosas banales sean irresistibles, pero sobre todo especiales PARA TI.

2. Viajamos para conocernos a nosotros mismos 

Salir de nuestra zona de confort nos obliga a tomar decisiones, a definirnos, a conocernos, y sobre todo a aceptarnos. Muchas veces no somos consientes de lo que nos gusta o no nos gusta, o no lo sabemos hasta que lo experimentamos.

A veces las decisiones a las que nos enfrentamos cuando viajamos se vuelven retos que requieren soluciones rápidas y creativas… y si cometes errores, «está bien». Los errores están para aprender. Como lo he dicho en el primer post (que da nombre a este blog 🙂 ), viajar te hace más experto, más tolerante y más adaptable.

Algunas veces solo cuando estás lejos de casa descubres cualidades que no sabías que tenías o habilidades que nunca habías utilizado. Los viajes son los que nos llevan a la cima de la montaña que nunca pensaste en poder alcanzar, a preparar esa cena para que tus nuevos amigos prueben la comida típica de tu país, o incluso a ordenar con éxito tu cerveza en tu perfecto alemán… (¡pff quisiera! ¡pero lo intentamos!) Viajar te hace perder miedos… pero también a aceptar tus límites. (Es bueno tener límites.)

Viajar me ha dejado grandes enseñanzas y me hace feliz, más allá del placer de la experiencia. Si compras un coche o un vestido nuevo, la felicidad es pasajera. Cuando el vestido ya lo has usado varias veces o el coche deja de ser «novedad», el sentimiento no es el mismo que el primer día que lo usaste. Viajar en cambio, es una felicidad que dura para siempre, porque a pesar de que el viaje llega a su fin, quedan los recuerdos, los nuevos amigos y lo aprendido. (y claro… el final de un viaje siempre es el comienzo del próximo 😉 )

(Gracias 2016 por todos estos momentos☝)

Conclusión… Viajo porque viajar es mi terapia y porque las mejores cosas de la vida… definitivamente no son cosas!  y cada día lo tengo más claro 😀 Comparte si  tu también lo crees 😀

 

 

 

 

 

Deja un comentario